Me preguntas qué me pasó para ser así.
Lo preguntas siempre,
curioso, esperando una respuesta increíble, digna de novela.
Y siempre te contesto lo mismo: aprendí que todo duele
demasiado.
Y veo tus ojos decepcionados, sé que esperabas más. Siempre quieres
saber más.
Pero, después, te digo que algún día te contaré qué pasó.
Y en el fondo ambos sabemos que nunca te lo contaré todo.
Nunca te contaré que me rompí en mil partes,
que cada parte salió disparada a cada punta del mundo,
que no podré reconstruirme del todo nunca.
Hay heridas que es imposible curar,
por eso tengo cicatrices que sangran de vez en cuando.
Una llamada de atención a mi corazón:
ten cuidado,
siempre.
A veces, cuando insistes, te digo:
hay penas que no se cuentan, que no se explican;
hay penas que se guardan dentro y se lloran en silencio.
Y tú vuelves a insistir, qué pasó.
“Lo que pasa siempre, la vida.”