miércoles, 2 de diciembre de 2015

Mezclo café, zumo y sueño.

Bebo té para calentarme las manos
y las tripas.
Me duelen partes del cuerpo que no sabía que existían.
La habitación huele a hierbabuena y a vainilla
y a cansancio.

Ahora escucho a un polaco hablando de enseñanza,
aprendizaje,
métodos.
Y yo me toco la tripa y pienso en la maternidad.
En esa vida que no crece.
Me obsesiono.
Veo mis manos,
rajadas y sangrando sobre mi estómago,
protegiendo lo que no existe,
lo que quizá nunca exista.

Sobrevivo a cuatro horas de clase con cruasanes y Baricco.
Bostezo y los ojos me lloran de sueño,
no sé qué le pasa a este cuerpo mío
que hace años que no descansa.
Algo debí hacerle a Morfeo
para que ahora me trate así.

2 comentarios:

  1. Tócale a la puerta de su castillo. Seguro que vuelve a dirigirte la palabra, y consigues descansar.

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    1. Se niega a abrirme la puerta, algo horrible debí hacerle en otra vida.

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